Paso a paso sobre el hielo: La adrenalina del Minitrekking en El Calafate

Desde el primer momento en que ves el Perito Moreno, sabes que estás a punto de vivir algo épico. Paredes de hielo imponentes, tonos azulados que brillan a la luz, y los profundos crujidos del glaciar al desprenderse sobre el agua—la naturaleza monta su espectáculo, y tú estás en primera fila. Pero la verdadera emoción comienza cuando pones un pie sobre el hielo.

Tras un breve paseo en barco por el Lago Argentino y una caminata escénica por el bosque que bordea el glaciar, llega el momento de equiparse. Los guías ajustan los crampones a tus botas, te dan una instrucción rápida y, en un abrir y cerrar de ojos, estás caminando sobre el hielo.

Y es ahí cuando aparece la adrenalina.

Cada paso sobre el glaciar es una aventura en sí misma. Estás avanzando sobre una masa de hielo milenaria, viva y en constante movimiento. El aire es puro y cortante. Bajo tus pies, el hielo cruje y se resquebraja, y de vez en cuando, un estruendo lejano te recuerda que este glaciar está muy lejos de ser estático.

Subir pequeñas colinas de hielo, te asomas a grietas turquesas, y bebes agua pura de deshielo que corre por la superficie. Te sientes pequeño, emocionado y completamente presente. Es un equilibrio perfecto entre la emoción y el asombro—una euforia tanto física como emocional. Estás rodeado por el silencio de la Patagonia, solo interrumpido por el viento y el lejano rugido del hielo al caer al lago.

Para muchos, el momento culminante es simplemente la sensación de estar parado sobre algo tan antiguo y poderoso, sabiendo que muy pocas personas en el mundo vivirán lo que tú estás experimentando en ese instante. Es algo que te deja sin palabras, con el corazón acelerado y grabado para siempre en la memoria.

Y cuando creés que no puede mejorar, el trekking termina con un vaso de whisky servido sobre hielo glaciar, frente a un paisaje que parece de otro planeta.

El Minitrekking sobre el Glaciar Perito Moreno no es solo una excursión—es una auténtica experiencia de esas que hay que vivir al menos una vez en la vida. Una que te deja los dedos fríos, el corazón salvaje y una sonrisa imposible de borrar.

Así que, si estás por viajar a El Calafate y te estás preguntando si vale la pena dar el salto—hazlo. Es uno de esos momentos raros en la vida en los que podés caminar literalmente al borde del mundo.